La película Comer, Rezar, Amar se desarrolla en diversos lugares, destacando principalmente Italia, India y Bali, reflejando la búsqueda de autodescubrimiento de la protagonista, Elizabeth Gilbert, quien tras un doloroso divorcio se embarca en un viaje físico y emocional. En el contexto social, la película muestra cómo las personas se enfrentan a los desafíos de la vida, la conexión con el entorno y la importancia de las relaciones humanas.

 
Elizabeth, al explorar diferentes culturas y espiritualidades, empieza a encontrar un equilibrio en su vida y redescubre la importancia de la conexión con uno mismo y con los demás. En Italia, Elizabeth disfruta de la comida y el placer de la vida, mientras que en la India busca un entendimiento espiritual profundo a través de la meditación. En Bali, enfrenta la reconciliación con su pasado y el perdón. Este viaje no solo es geográfico, sino también interior, donde se exploran las relaciones humanas, el amor propio y la superación personal. La película refleja cómo la búsqueda de la paz interna puede afectar y transformar nuestras relaciones con los demás y con el mundo que nos rodea.

 
El contexto económico de Comer, Rezar, Amar se refiere indirectamente a la manera en que Elizabeth decide abandonar su vida anterior llena de materialismo y obligaciones, para enfocarse en lo que realmente le da significado a su vida. Este cambio tiene un impacto en su relación con el dinero y el consumo, ya que decide desprenderse de su rutina de trabajo y de los lujos que solían dominar su vida en Nueva York.

 
A través de su viaje, Elizabeth encuentra que el bienestar no está necesariamente vinculado al dinero, sino a la experiencia, la espiritualidad y el crecimiento personal. En Italia, el concepto de disfrutar la vida a través de los placeres sencillos, como una buena comida, simboliza el rechazo al consumismo y la búsqueda de una vida más plena y auténtica. En la India, la reflexión sobre lo que realmente es esencial y lo que puede ser dejado atrás, plantea una crítica al materialismo que domina muchas sociedades modernas. En Bali, Elizabeth no solo se reconcilia con su vida, sino también con la economía espiritual que debe existir en cualquier sociedad, mostrando cómo el equilibrio y la serenidad se encuentran a través del desapego y la conciencia de lo que realmente importa.

 
En términos políticos, Comer, Rezar, Amar no aborda de manera directa conflictos políticos o económicos, sino que pone énfasis en la libertad personal frente a las expectativas sociales. Elizabeth se enfrenta a las presiones de la sociedad y las expectativas familiares y de pareja, que en muchos casos buscan imponer un determinado rol o forma de vida.

 
Al elegir emprender su viaje hacia el autodescubrimiento, ella está eligiendo desafiar los convencionalismos y las normas establecidas por la sociedad en la que vive, buscando su verdad sin las ataduras de las expectativas ajenas. La película refleja cómo las mujeres, especialmente, enfrentan la presión social de cumplir ciertos roles y expectativas, ya sea como esposas, madres o profesionales. Elizabeth se despoja de esas expectativas y decide dar un giro radical a su vida, desafiando el status quo y demostrando que la independencia emocional y personal es una forma de resistencia al sistema social que limita la libertad individual. La película invita a cuestionar la política social que impone normas rígidas sobre cómo debe vivir una persona, especialmente cuando se trata de las decisiones relacionadas con el amor y la autorrealización.